Si es cuestión de confesar, pensábamos hacer --como Red Triple A y compañeros de curso en PentaUC-- una especie de alegoría-en-tres-actos de lo que fue nuestra experiencia como participantes de aquél programa. Pensábamos, digo, porque el tiempo no dio lo suficiente, y las musas inspiradoras prefirieron quedarse tocando su maquillaje antes que ayudarnos. Espero, por su propio bien, que consideren el post anterior de Afumhue como válido porque será todo lo que leerán acerca del Verano Penta. ¡Wajajáaa! (Vale por una risa siniestra ¬¬)

Ya escribí en mi propia bitácora que nunca estuve muy convencido de participar en PentaUC (vuelta al mismo temita '¬¬). Seguramente --y siguiendo con mi tradición de cuestionarme y recuestionarme todo lo que pienso, digo, hago, no pienso, no digo o no hago-- el próximo mes estaré ahí, diciendo "¡Oh! Que ñoño soy. Participé en un programa de Talentos Académicos". Independiente de lo que Päblo opine al respecto, me cuesta no pensar ni torturarme con ese tipo de barbaridades. Voy a querer borrar cierta parte de mi pasado. ¡Pero si no es para tanto! Sí, tiene razón, no da para mucho. Es lo que toca, por cierto. Además, no soy el único al que su pasado lo condena.

FRANCISCO JAVIER CUADRA: Sí. Plata. Poder. Tribuna. Alegrísimo rector de la Universidad Diego Portales. Todo iba como miel sobre hojuelas, hasta que tuviste la mala ocurrencia de hablar. De echar al agua a tus jefes. Pobrecito. Si en 1986 los marxistas habían muerto a uno de los suyos luego del atentado al General, resulta que en 2006 supimos que había sido la Honorable Policía de Investigaciones. ¡Qué memoria la tuya! ¿Viste? Por trabajar para un gobierno corrupto y por hocicón quedaste sin pan ni pedazo. Los que en aquél entonces eran tus protectores, hoy te dieron vuelta la espalda y te botaron del pedestal. Tu pasado te condena.

DIEGO ARMANDO MARADONA: ¡Ídolo! ¡D10S! Señores argentinos: No entiendo ni quiero entender esa idolatría, ese amor descontrolado, esa pasión irracional que sienten por Diego. ¿Pero ven lo que le pasa? Al jetón se le suben los humos y empieza a tomar, a fumar, a irse por la línea. ¿Dónde está el pibe de barrio que soñaba con jugar en primera? Ahí. Botado en un diván. Menos mal que pidió ayuda. Y claro, Argentina se la dio en bandeja. Bajaste de peso en tu comunista Cuba, con tu amigo Fidel, con tus amigos habanos y habaneros. Y sí, volviste a tu peso y a tu talla. Y con gloria y en majestad. Y con bombos y con platillos. A la tele. A Artear. Y todo Argentina lloró y rió contigo de nuevo. Pero mira tu foto: tu pasado de condena. ¿Viteh?

MICHELLE BACHELET: ¡Quién te viera y quién te ve! En 1992, como concejal por Las Condes, elegida con apenas un 2,3%. Y tu jefe, ¡sorpresa!, era Joaquín Lavín. Sonriente y perno, como siempre. Con unas gafas redondas y antiestéticas, con muchos más kilos de más, con una sonrisa de oreja a nuca. Ahí. Jamás pasó por tu mente de concejal estar ahí, frente a la Plaza de la Constitución, recibiendo honores. Nunca. Tú estabas educada para hacer tus deberes, como sigues diciendo. Pero mañana, en cada oficina pública habrá una foto de Su Excelencia. Excelencia, sustantivo de género femenino, y bien femenino desde el once de marzo. Catorce años no es nada. ¿Y quién guardó esa foto tan horrible? No sé, pero sirve para que veas que tu pasado te condena.

FERNANDO GONZÁLEZ: 1996. Esa pose deja bastante que desear, si quieres que te lo diga. Pensándolo bien, no necesitas que te lo diga. Nadie. De a poco, trabajando, esforzándose, pasando horas bajo el sol. Humilde, como siempre. Sin apellido rimbombante. Sin familia mafiosa que te inserte en el circuito moviendo influencias. Sin mamás que se creen la muerte y que salen mostrando los rollos bajo el sol de Reñaca en una revista del corazón. No. Porque el sacrificio es fundamental. Y vaya que lo es: se puede llegar alto. Muy alto. Tan alto como el Monte Olimpo. Sí. Una coronita de laureles, un arreglo floral típico de Grecia y una medalla de oro y otra de bronce. Lindas. De recuerdo. Un souvenir de la República Helénica. Pero puedes más, y estaremos aquí para apoyarte. Aunque, a juzgar por tu foto, y sólo por esa foto, podemos afirmar --sin propiedad-- que tu pasado te condena.

DANIEL LÓP...: ¡Ah, no! Este viejo se condena sólo. Por los siglos de los siglos. Así sea.